Acabo de llegar de un workshop en las Canarias donde todos excepto yo eran artistas o diseñadores. Cuando en la presentación dije “me llamo Jon y soy biólogo” la gente empezó a cuchichear por lo bajini. Durante dos días no me hablaron. Era el bicho raro. “Biólogo” es solo una etiqueta que no me define, así como “artista” es otra etiqueta incompleta que debería complementarse con los adjetivos “malo”, “del montón” o “que pinta como el culo”. Así pues, para aquellos que solo me conocen en una de mis facetas muestro un currículum de lo que he hecho hasta ahora, y lo haré en tercera persona, porque uno no es nadie en esta vida hasta que no habla de sí mismo como si estuviera hablando de otro.
Jon Meirin es un tipo ecléctico que ha tocado diferentes palos, pero mal.
Amigo de sus amigos; buen profesional, pero mejor persona; siempre está ahí cuando se le necesita;… son frases recurrentes que también se pueden aplicar en este caso.
Socio número 347.773.345 de la red de bibliotecas y cliente plus del Caprabo, ha bailado con la más fea (e incluso, en alguna ocasión, hasta la ha besado).
Zurdo y biólogo de nacimiento siempre tuvo problemas para aprender a tocar la guitarra. No así para tocar las pelotas.
En su faceta profesional, su vida transcurre entre documentos de integración paisajística, campos de golf, tazas de café a las 11 y reuniones con peces gordos obesos. Puro aburrimiento. Es por eso que en su tiempo libre se dedica a sus labores:
Fue co-creador de la gaceta universitaria “Interjournal”, logrando el hito de convertirse en personan non-grata en el bar de la facultad durante dos semanas. Su consagración literaria llega de la mano de la publicación de “A Blog pongo por testigo”, un libro por el cual aún no ha cobrado derechos de autor ni por el cual aún no le han partido las piernas, así que una cosa compensa a la otra.
Ha participado en los cortometrajes Rocky VII, Corrupción en Castefa (encarnando al ayudante negro del prota que muere dos días antes de su jubilación; la toma de la muerte fue repetida 48 veces) y otro corto de nombre desconocido donde hace el ridículo emulando a los BackStreetBoys rodeado de ositos de peluche, y que reza cada noche para que nunca aparezca en el Youtube
En el ámbito artístico, ha participado en la exposición “Del residu a l’art”, “Jóvenes talentos de Majadahonda” (sin tener talento ni ser de Majadahonda) y “Fame/Fake”, donde le robaron su camiseta del Che-homer expuesta. Cabe destacar también que durante cuatro años consecutivos gana –junto a sus amigos- el preciado concurso de disfraces de la discoteca Symbol, hasta que el jurado descubre que
el mismo trozo de tela ha sido utilizado como rata gigante con motivo del disfraz de ‘
V: Los Invasores’, para disfrazarse de orangután en ‘
el planeta de los simios’, como león bípedo para el disfraz de
‘Gladiator’ y como
Chebwacca de
‘la Guerra de las Galaxias’.
En el ámbito del diseño, ha participado en varios concursos y en el taller de “ecodiseño y su entorno local”, en Gran Canaria.
Su vertiente más emprendedora le lleva a montarse un negocio de dados pintados con rotring que vende a frikis de todo el mundo por internet. También se monta una tienda de camisetas en Spreadshirt -la número 75786- donde vende sus diseños al mejor postor.
Ha vivido en Mataró, el Prat, Castelldefels, Copenhagen y Berlín, ciudades cosmopolitas todas ellas.
Habla catalán y castellano, entiende el italiano y destroza el inglés.
Actualmente, se encuentra en un periodo de transformación total, intentando redirigir su vida y teñir su cabello de rubio a base de cerveza y manzanilla.
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