Saturday, April 01, 2006

Fama

Hará unos 8 años que circulaba con mi Fordfi por las abruptas montañas del Garraf, cual Carlos Sainz, esquivando pedrolos y púas de cactus. Para quien no lo sepa, el Garraf es un macizo montañoso cercano a Barcelona el cual no ha visto la sombra de un árbol en su puta existencia, y estamos hablando de millones de años. Iba yo sequito, necesitado de una bebida refrescante de extracto de frutas o algo, cuando creí divisar en la lontananza un oasis. Bar Oasis. Un paraíso civilizado en medio del monte. Apoyé mi Fordfi en la pared, me sequé el sudor, me pellizqué el calzoncillo y me dirigía hacia la puerta cuando unas personas vestidas con túnicas naranjas me rodearon y se pusieron a tocar la pandereta.
Se conoce que aquello era lugar de meditación budista. Cuatro zumbados con cascabeles colgando del escroto habían construido en medio de la nada un santuario donde poder comulgar con buda. Se dedicaban a cuidar tortugas, y subsistían con lo que sacaban vendiendo agua a los domingueros que subían en Jeep hasta lo alto de la montaña. No hacían daño a nadie. Necesitaban muy poco para ser felices.
Ocho años después, y tras cansarse del entrecot de tortuga, uno de los monjes -tras horas y horas de trance nonstop- tuvo la brillante idea de grabar un disco y hacer unas DJ session. Tuvieron éxito. Su música celestial se escuchó en todo el mundo. Desbancaron al mismísimo Kike Santander y sus Batukas y Reggaetones (que tiene mucho mérito estar forrándose a costa de unos productos mediocres). Les llegó la fama. Cambiaron sus túnicas naranjas por trajes también naranajas de Gucci. Pintaron una zona azul en medio del monte. Les dieron polculo a las tortugas y a la meditación.

Han montado un hotel-restaurante: el Buda Feliz (más que antes).

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