Saturday, May 12, 2007

Il Panderino III

Estuve a punto de cortarle los colloni a Marinni en varias ocasiones. Ma nunca me atreví a hacerlo porque la primera impresioni es la que cuenta, y reconozco que desde que salvó a Davide de las garras del tío Pete ayudándole con la bici sentí que Marinni era un tipo espeziale. Y a alguien que salva a alguien de la familia se le considera otro más de la familia. Sonata di pento. Le ofrecí entrar en el mio negocio de bicicletas. Como los demás, debía portare bicicletas a la mia casa y yo le ofrecía una parte de las ganancias de su venta en Christiania, ma Marinni solo traía merda a casa, bicicletas sensa ruedas que encontraba en la basura y bicicletas de colore azul pastel que ni los repipis de los franceses aceptaban. Paziencia. A Marinnini había que atarlo en corto, pues cuando bebía le soltaba el rollo de que laboraba para la mafia a todo el mondo. A mi me lo comentó un pare de veces, y a la gramola de Political Science otras tantas. É un mondo dificile e vita é intensa. Así que le ofrecí venirse a vivire con la mia familia. Él, agradecido, me ofreció algo de jamón serrano. No ese prosciutto di merda que tenemos en Italia, no. Jamón del que se me saltaron las lágrimi. Para celebrar el negocio de contrabando de jamón incipiente, celebrami una festa por todo lo alto en casa: lambrusco, panetoni y Rafaella Carrá a tutipleni. Felicitá é momenti e futuro incerto. Aquella noche Marinni bebió troppo grappa. Ma troppo troppo. Se creía el Roberto Baggio de la festa, el líder que quiso llevarnos a todos a Political Science e invitarnos a birra caliente robada, que sabe mejor. Lo habíamos hecho otras veces. Mientras uno desenchufaba la gramola y el barman miraba porqué no iba la música, unos diez o veinte nos metíamos en la barra y nos llevábamos todas las cajas de birra. Los muy cousins siempre creyeron que aquellas cajas arrinconadas las traíamos de casa. Marinni se empeñó en llevar a las ragazzi en la cesta de su bici azurra. Yo lo miraba desde atrás. Fue un espectáculo lamentable. Al final Marinni se comió los setos y se quedó dormido sobre su propio meado en la fermatta. Lo cogimos y lo llevamos a casa.

Después de due jornata de descansi, Marinni volvió a ser persona y nos echó en cara que le hubiéramos robado la bici. Pobre Marinni, no recordaba niente. É nostra picola vita e nostro grande cuore, así que, sin darle explicaciones, mandé a uno de los míos a que buscara su bici. Por supuesto, la bici seguía allí donde se pegó el lechazzo. Nadie querría una bici de aquel colore.

A pesar de todo, Marinni me seguía cayendo bien. Aquel jamón… Decidí etrechar los lazos de la mia familia con él, así que urdí un plan que no podía fallare: lo liaría con Alessia, una tremenda ragazza con un panderino impresionante, primi segundi de me. No sé que pasó aquella noche, ma solamente sé que Alessia estaba en la sua casa, mientras que a Marinni lo encontramos potando en la última esquina que le quedaba por potar en aquella gran citá. Vafanculo. Marinni acabó con la mia paziencia; había menospreciado aquel panderino que ya para mi quisiera si liarse con alguien de la familia no fuese pecato, así que ya tengo preparado un manillar de bici para el siguiente fallo que cometa.

1 comment:

Anonymous said...

¿¿Sigues teniendo el teléfono de Alessia??

Un panderino é un panderino...