Friday, July 21, 2006

En Laponia hace frío, pero yo me río

Cuántas veces habremos oído aquello de “no estoy preparado/a”. Siempre creí que era una manera correcta de decir “me das asco; ¿cómo he acabado aquí?; es la última vez que le pongo tequila al consomé de verduras”. Pero ahora sé que es cierto. Que hay veces en que no estás preparado. Esta ciudad no está preparada para la ola de calor que ha llegado así, de sopetón. Por aquí por el norte puedes comprar edredones nórdicos y bufandas en cualquier todo a cien. Pero ni se te ocurra ir a las rebajas en busca de un bañador tanga con bolsillo monedero. Con lo bien que iría en estos momentos que tengo que ir a comprar hielo.
Los teutones mismos no tienen melanina suficiente para aguantar todo el sol que está cayendo, y los ves hirviendo por las calles. Si ves a uno sin monocapa blanca Nivea en cuello y extremidades, fijo que es español. Cuando hicieron las calles compraron asfalto del malo, de una remesa de barriles Brent que antes habían servido para la conserva del tomate frito; ‘total, va a estar siempre cubierto de nieve’. Claro que sí, guapísima. Ahora en agosto el asfalto se te pega a las chanclas y se hace difícil el llegar a la estación del tren.
Una estación de tren completamente acristalada para que en invierno no pases frío y veas el deslizar de los copos de nieve, pero que en verano me río yo del agujero de la capa de ozono y sus efectos invernadero. En cada estación tienen además un gran bidón con sal para prevenir las heladas, los muy cachondos.
Por no decir que si tu trayecto de metro comprende más de 6 estaciones, hay que hacer parada técnica para rehidratarse. Eso si tu cuerpo no hace ventosa con la tapicería de escai y te quedas atrapado en el asiento. Al final de la línea hay un señor con una escoba y una palanca que va barriendo y arrancando cadáveres. El olor también es de escándalo. En invierno ves muchas mierdas de perro por las calles. Te resulta curioso que en un país tan moderno, no hayan hecho aún ninguna campaña de sensibilización. Pero bueno, como al día siguiente llueve, pues mira, problema arreglado. En verano -incomprensiblemente- los perros siguen cagando, y el olor es insufrible. Eso, sumado a la falta de higiene mía personal y de algunos de mis convecinos, hacen que prefiera quedarme en casa escribiendo.
Las bicicletas son para el verano, si estás en Ibiza al lado del mar.

2 comments:

Eulalia said...

Buen reportaje.
En Madrid hace el mismo calor. Ventajas: ventilador, persianas, siesta, terracitas por la noche y tal.
Inconvenientes: es Madrid. El de siempre.
Un beso.

Anonymous said...

Soy de Ibiza y no se calor hará por ahí pero aqui, como te despistes, te mueres de una insolación en medio de la calle y nadie se parará a ayudarte... Uno de los mejores blogs que leo. Gracias por todas esas horas de reflexiones.