Saturday, September 02, 2006

Gloria Estufan

Es curioso que no recuerde nunca mi contraseña de este blog (de ahí que tarde tanto entre post y post), ni lo que comí anoche, pero que sí recuerde qué nombre le pusieron a su estufa de butano una pareja de gays alemanes amigos míos.
Y que también recuerde que un 8 le dijo a un 80 que tenía que ser algo más sincero si quería parecerse a él (risas).
Sólo se me quedan grabados en la mente hechos absurdos que no sirven para nada; cuanto más inútil es un dato, más marcado se me queda en el cerebelo. Y eso -quieras que no- ocupa unos cuantos kb en la memoria.
Y luego veo por la calle a un viejo conocido, al que sólo puedo sonreir porque no me acuerdo de su nombre; únicamente recuerdo que le llamábamos Lecquio, pero no sé si por su envergadura fálica o por lo imbécil que era.
Un ordenador está hecho a la imagen y semejanza de su creador: Bill Gates. Ergo, no es de extrañar que nuestro cerebro tenga también una carpeta de archivos temporales que no para de llenarse de porquería ya desde nuestra tierna infancia.
Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, suspendí Botánica tres veces por no tener suficiente espacio en disco.
Mi memoria está saturada y no puedo arrastrar a la papelera de reciclaje.
¿Para cuándo la nueva versión XP de mi cerebro, Billy?

3 comments:

Anonymous said...

Tener tu cerebelo empapado de datos absurdos es lo que te hace especial,no te quejes!

Quiero ser como tú said...

A mi me pasa lo mismo, me acuerdo de estupideces pero no soy capaz de reconocer a mi vecino si no está saliendo o entrando a su casa... Será grave?

Blackonion said...

Vaya por dios, si pareces mi copia de seguridad (o yo la tuya).